domingo, 30 de octubre de 2022

El rey león

 “Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino” 

 Gabriela Mistral

Sin adelantarme a los acontecimientos, total, algo se puede leer entre líneas; nunca he sido persona de altos niveles de autoestima, necesito el visto bueno, un Ok, la reafirmación de que mi decisión es correcta; aunque a veces me pase el beneplácito por el aparato del pis. Es cierto, que cuando Pedro llega a mi vida es para convertirme en una diosa que nunca me sentí. 

- El siguiente en tu lista, entiendo

Pues esto no es una lista, ni un inventario, ni una bitácora, es más un lugar dónde estoy recogiendo mi corazón por si alguna vez se me olvida de dónde vengo o a dónde voy; precisamente en la familia ya hay antecedentes de falta de memoria y lo cierto es que la acumulación de primaveras empieza a ser patente, lo suficiente como para poner en evidencia dos conceptos de los que no me siento nada orgullosa: 

1) la imagen que proyecto a los demás poco se corresponde con mi intención
2) he llegado a ese punto en el que ya no pesa el dolor, ni las afrentas pasadas 

- Entonces, ¿vienes aquí a sincerarte?

Todavía no lo sé, aunque si tengo claro que no me voy a esconder más de mi misma y mucho menos de mi pasado, he tardado mucho en aplicarme en la lección magistral de Rafiki pero siempre hay tiempo para enmendar el error y para algo fui Scout. 

- No me digas que fuiste de las del pañuelito al cuello y la ecología barata

Peor, en Mallorca el Movimiento Scout está asociado a la iglesia, así que esta apóstata proclamada acudió a misa muchas más veces de lo que le hubiera gustado, es más, me sobran las misas, las proclamas huecas, las Nochebuenas en las que nos tocó actuar, porque a eso me acompañaba Sergio. Pero ya hablaremos de mi hermano más adelante. 

Si subo a la balanza lo positivo no pesa lo suficiente, pero aún así lo hubo y muy bueno. Recuerdo un atardecer en Ciutadella justo antes de iniciar nuestro campamento de Rangers, seis días antes de mi primera menstruación. Yo tenía quince y Joan también. 
Gerard era nuestro cap, junto a Bel y a otra maravillosa chica de la que no soy capaz de recordar el nombre, mira tú qué cosas tengo. 

- Gerard, ¿cómo tu ahijado?

Efectivamente, como el niño de mis ojos, porque el nombre no hace a la persona y un nombre puede convertirse en maravilloso por la persona que lo represente. ¿Sabes que Sergio quería ponerle Roc a su hijo? Era un juego de palabras muy bonito, porque mi hermano toca el bajo y es muy Rock y su mujer empeñada en ponerle Sergio igual que al padre, cosa que se me antoja obsoleta y poco práctica porque se presta mucho a la confusión. Recuérdame si eso que te cuente la que lié por confundir al padre con el hijo, pero hoy no, ya si eso, otro día. 

Volviendo a Gerard, al campamento de Menorca recorriendo la isla a pie con quince años, de Ciutadella a Maó, a Joan y a lo dada que he sido siempre a las causas perdidas. 

Atardeció en Ciutadella con paz, tengo el recuerdo de las callejuelas que llevan al puerto, encaladas de blanco y a no ver el sol ser devorado por el mar, pero sí a ir perdiendo la luz gradualmente, con una soberana armonía. No recuerdo qué cenamos, recuerdo que nos dieron alojamiento en el agrupamiento de la villa y que tuve un momento de inspiración. Sin más, tenía ganas de escribir, de contarle a alguien como me estaba sintiendo y se lo dije a Joan. 

Tendré que hacer un inciso para hablarte de Joan para que se entienda. El hijo menor de tres, no podría decir que fuera guapo, ni llamativo, ni el alma de la fiesta y, para más señas, su hermano mayor, Ramón sí que lo era y su hermana ya era cap, lo había sido todo el curso anterior para nosotros, aunque nos habían cambiado por aquella chica de la que no recuerdo el nombre y que me jode no hacerlo porque era una tipa fantástica, con un ánimo irreductible y un coco de los que enamoran sólo con pasar un rato a su lado. 

Bueno, que me pierdo y no lo cuento. Lo cierto, yo viviendo mi epifanía y compartiéndolo con Joan que, junto a Juli, era mi mayor cómplice en mitad de una tropa plagada de niñas bien y de chicos con mucha personalidad. Juli era la cabeza visible de nuestro trío, un chico guapo, divertido y con una chispa que te hacía reír sin parar y, al mismo tiempo, la inteligencia suficiente para manejarse con el resto; cosa de la que Joan y yo carecíamos casi por completo, él era de celofán y yo la bocachancla que la cagaba siempre. Pero Juli no había venido al campamento de Menorca, Joan y yo estábamos solos ante el peligro. 

Ya estábamos casi para irnos a dormir y Joan me prometió que podría escribir, que él se encargaba y Bel se cargó aquel momento pensando en comprarse un bikini. 

- ¿un bikini?

Sí, era una tipa superficial y hueca, de esas que aparentan y van de líder todo el tiempo; como si a mi que se hubiera olvidado el bikini en Mallorca me importase pero, para más inri, pues el resto de las chicas siguiendo a la oveja que más bala. Llevaba tiempo queriendo adelgazar para gustarle a su novio y ponerse un bikini era lo que más le interesaba. Precisamente nos había confesado a las chicas que el novio era otro cap del agrupamiento y que no podíamos decírselo a nadie, para que leas las películas que se montaban en los Scouts. Lo convirtió en su grito de guerra, al día siguiente caminábamos por la costa, en una armonía solo rota por el fuerte viento y ella no daba más de tres pasos sin gritar: ¡Bikini! 

En Fornells se hizo con él, nos llevó de tienda en tienda hasta que lo compró y el último día nos enteramos de que se había gastado parte del presupuesto del campamento en la pieza de baño. Gerard la abroncó aparte, pero tal fue la bronca que nos acabamos enterando, aunque si bien eso también es otra historia sólo diré que nos quedamos sin comida y que acabamos untando paté a las costras del pan que quedaban en la bandeja donde lo cortábamos, no era mal para la dieta. 

Donde Bel encontró su bañador, Joan se hizo con una libreta y cuando acomodamos nuestros sacos de dormir en el garaje donde pasamos la noche, me dio aquella libretita pequeña y un boli. Escribe - me dijo - ahora ya tienes con qué. 

Y escribí una carta que nunca llegué a enviar a mi primo en la que le contaba el atardecer de paz de Ciutadella; tuve aquella libreta años guardada en un cajón y jamás envié aquella carta, pensé que él se reiría o me llamaría "Cabrita", cosa que hacía muy a menudo. También le hablé de Joan y de cuánto me había gustado que me consiguiese el cuaderno. 

Estaba acostumbrada a pasar desapercibida dentro del núcleo, todo el mundo sabía quien era Estela pero nadie le prestaba atención; una bicho raro que llevaba aparatos en los dientes y que no quería ir con las chicas y prefería invertir su tiempo en escuchar a Joan, Juli y Gerard. 

Porque ahora hemos llegado al punto en el que puedo hablar de él, de cuánto me abrió los ojos aquel cap que venía del único agrupament laico, que se pasaba la misa y las oraciones nocturnas por la funda de la guitarra que siempre lo acompañaba. Que cantaba a "El último de la Fila" mucho mejor que Manolo García (cosa que tampoco es tan difícil, lo sé) que sabía motivar, apoyar y resolver, que le daba sentido a la frase de Gabriela Mistral que prelude esta confesión (incluso nos la leyó una noche en la que dormimos en una casa abandonada e hicimos una hoguera para calentarnos) nunca le dije que conocía la cita porque Mam me la había leído hacía algún tiempo pero si me propuse aplicarla hasta el extremo; sólo conozco a otra persona que lo hace, Luis, otro de mis primos. Y la utilicé como relleno en la lectura de su boda. 

- Ya te has perdido, Estela... 

Para nada, de Luis y de MIS PRIMOS! también teclearé otro día, o no. Ya sabes, conmigo nunca se sabe. 

Y volviendo a Gerard, este mundo sería mucho mejor si hubiera más cómo él y por su inspiración propuse su nombre para ese pequeño terremoto que mi cuñada tuvo a bien traerme al mundo. Por él decidí darle otra oportunidad a los scouts y los dejé porque en mi paso a Pioners, Gerard dejó nuestro agrupament y ya nunca le volví a ver. 

- ¿Te enamoraste de Gerard?

En absoluto, me enamoré de su actitud ante la vida, de la emoción que ponía cuando cantaba (y cantaba muy bien) de cómo sabía motivarme y sacar lo mejor de mi; convertía mi rabia en energía y la canalizaba a otros lugares donde se convertía en algo bueno. Nunca me sentí desplazada, todo lo contrario, estaba en su órbita y girar alrededor de él con el resto de la tropa me hizo sentir integrada por primera vez. 

Tras mi marcha del agrupament me quedaron Joan y Juli en un mundo sin teléfonos móviles, sin mensajes de WhatsApp o SMS; al correo electrónico le faltaba más de un lustro para llegar a mi vida y él punto de encuentro que antaño fuera el agrupament lo fue un bar que para mi se convirtió en mi segunda casa (y durante algún tiempo la primera)

A "La Sucursal" me llevó Pedro de la mano una tarde de septiembre de un año que sólo puede ser 1993.

- A Pedro ya lo has mencionado más arriba, ¿vas a hablar de él ahora?

No creo, tenía ganas de teclear sobre él porque es el segundo hombre de mi vida pero me he dado cuenta de que antes prefiero despedirme de Joan como merece. Porque a Joan y a Juli les guardo ese sincero afecto adolescente, durante años quise ser un chico, desee su libertad y que su armario no tuviera lazos y faldas rosas; Mam tardó algún tiempo en darse cuenta, aunque cuando pedí el corte de pelo de Miguel Bosé en "Amante Bandido" entendió que lo de ser una princesa no era para mi y me soltó la cuerda.

Otra cosa era el colegio primero, los scouts o el instituto y ellos siempre me trataron como a una igual. Hubo un tiempo en el que en los campamentos, no se sabe bien por qué, a los niños los tiraban desnudos al agua y a las niñas nos dejaban fuera escojonándose de la tontería. Fui la primera en quejarse de aquello y Bel me replicó que si me tiraba al agua desnuda, que el resto harían lo mismo. Yo sólo pedí una chica, recuerdo el nombre perfectamente pero no viene al cuento siquiera. Cuando empezó a llorar porque yo ya estaba en pelotas en el agua y los chicos me aplaudían (unos metros más allá eso sí) le djie que no lo hiciera, que tampoco era plan causarle un trauma por tener que tirar el bañador al suelo. 

- Una auténtica contradicción, ¿no crees? Querías formar parte del club, sentirte integrada y al mismo tiempo renegabas de las reglas. 

Bueno, ya he tecleado más veces que las concepciones establecidas no estaban hechas para mi y, siempre creí que ese día fue el que sirvió de sello para Joan y para Juli. La memoria es traicionera, pero creo recordar que fue el primero en el que me pidieron que me sentase con ellos y Juli fregó platos conmigo después de cenar. (Puede que eso sea producto de mi más supina imaginación, creo que relleno los fragmentos perdidos con lo que me gustaría que hubiera pasado). 

Joan me ganó para siempre en el campamento temático de los indios. Montábamos una cutrez de tipi con hule blanco y cañas; Gerard ya nos había dejado y nuestra organización era un auténtico desastre. Estábamos en un campamento de branca, un lugar en Sencelles donde nos reuníamos todos los Rangers de todos los agrupaments de la isla. 

- Parece una frikada nazi. 

Peor, competíamos entre nosotros... mucha coeducación y muchos principios, pero al final era como unas olimpiadas cutres. En la edición anterior, con temática romana habíamos arrasado y en esta hubo agrupaments que se prepararon a conciencia, uno plantó el tipi con un poste 
eléctrico ¡y nosotros con nuestras cañitas y nuestro hule blanco!

Había puntos por absolutamente todo y cuando nos pusimos a personalizar el tipi con pintura le dije que me iba a llamar "Ainhoa" para tener el nombre indio. 

- ¡Jajajajajajaja! Eso no puede ser verdad

No te lo juro porque no lo hago, pero como lo lees y Joan lejos de mofarse de mi desconocimiento me siguió el rollo y dijo que le llamase "Johnny" que también era muy indio. 

Para cuando descubrí el origen y significado de "Ainhoa" llevaba dos pintas de Guinness en el cuerpo y Joan otras dos, teníamos diecinueve años y aquella noche me confesó aquella chorrada al tiempo que me dijo que lo había clavado porque el significado literal en euskera es "mujer de criterio". 

Le agradecí el detalle y pagué la ronda, ya en la calle me enseñó la moto que se acababa de comprar. Llevaba un tiempo en proceso de metamorfosis, se había apuntado a un gimnasio y su autoestima había aumentado considerablemente. Me sentí muy orgullosa de él, si tus amigos te reflejan, el reflejo de Joan era muy prometedor. Me llevó a casa en la moto y una semana después se mató con ella. 

Coincidió con un viaje a Barcelona para estudiar universidades y para cuando me enteré en "La Sucursal" por parte de Guillem, un conocido del agrupament, se me vino el mundo encima. Salí a la calle, deseando despertar de aquel mal sueño y Juli giró la esquina cogido del brazo de su novia. Nos abrazamos y lloramos en silencio, sabíamos que nuestra magia se había acabado, sin Joan ya no éramos tres, ya no había por dónde cerrar las aristas de aquel triangulo que había recorrido media Mallorca de excursión, el que faltaba era nuestro pegamento y se había ido para siempre. 

Estábamos solos, Juli se perdió a si mismo algún tiempo después y yo tardé un poco menos. Él acabó pasando por "Proyecto Hombre" y yo, pues eso, hoy tecleo todo lo que empecé a contar en el cuaderno que Joan me regaló con la guitarra de Gerard como mesa intentando expirar la culpa. 

- ¿culpa? pero entonces esto no va de hablar de tu corazón y me has liado hasta aquí

Hablo de mi corazón, de cómo me quedé perdida y tardé tiempo en encontrarme, hablo de que recuerdo cada instante y atesoro la tarde en que me fui a cavar con ellos; las chicas en cocina y los chicos cavando zanjas para hacer letrinas. Hablo, como al principio, de que dejo el pasado en el pasado pero me sale de los dedos darle la más sincera y sentida de las despedidas a quien habría podido cambiar mi vida de haber podido permanecer en ella. 

y de fondo podría sonar: 
"The lion sleeps tonight"



Sí, lo he cogido con fuerza que no con ganas, pero no te confíes igual me vuelvo a pegar seis años... 
















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