El crepitar de la mecha anuncia la inminente explosión en el mismo instante en que a mis labios trepa el primer temblor y trago saliva intentando contener la emoción.
Tras la mecha llega el chupinazo y la primera explosión al unísono con la de mi corazón. La pólvora ha dejado una nube sobre mi cabeza que respiro y paladeo tragando saliva de nuevo, esta vez para evitar la lágrima rebelde que busca escaparse por el rabillo de mi ojo.
Tú aprietas mi mano bajo el cielo estrellado de esa ciudad que no me ha visto nacer aunque me corre por las venas y ahora mismo no me gustaría estar en ningún otro sitio que no fuera este.
Uno tras otro, los cohetes inundan un cielo estrellado al que no le sobra ni una sola estrella y sí le falta una luna...
Pongamos que no hablo de Madrid... he buscado un subterfugio emocionante y ya lo tengo... ahora a dormir!
*subterfugio.
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