lunes, 3 de febrero de 2014

también me pillará viviendo...

No cumplo mi palabra, una vez más. Mañana estaré en Madrid para cenar y había prometido no volver al teclado hasta haber dejado atrás las luces de la capital, es lo que tiene esto de la inspiración... es muy bocazas...

La muerte de Philip Seymour Hoffman le ha dado al contacto y ahora el recorrido se debate entre reconocerle el mérito a una impecable carrera a la que sólo se le pueden poner las tópicas pegas por tropezones comerciales que en mi caso olvidé por completo en los primeros diez minutos de Capote o convertirme en la pervertida macabra que añade una muesca más a la imparable carrera de Madame Heroine en esto de llevarse genios a la tumba.

Lo cierto es que, sea por lo que fuere, el "rubiales loco" (como le venía a llamar "El Piloto" cuando le veía aparecer en El Talento de Mr. Ripley, Magnolia, Boogie Nights o La última noche) fallece en ese momento que nadie lo esperaba y nos deja con esa extraña sensación de creer que todavía le quedaba mucho por decir.

Esto me hace pensar en esos tres que se fueron de la misma manera, de una forma abrupta y descorazonadora, dejándome con la palabra en la boca y el abrazo no dado en el cajón de los momentos que jamás llegaremos a vivir. Y pienso en ellos y con el cariño que les tengo les abro las puertas de mi pensamiento y comparto uno tras otro los momentos que llevan perdiéndose desde hace 15 años... y vuelvo atrás, a los callejones y la moto, el coche y el acantilado que se llevaron uno a uno a esos tres impresionantes seres humanos que no salían en ninguna otra película que no fuera la de sus vidas truncadas con el hastiado hostiazo del fatal desenlace.

Dando el valor necesario a todos y cada uno de los días que el marcador me deja acumular, sacándole el jugo gota a gota, paladeando cada palabra, exprimiendo la melodía como la banda sonora de este momento, dejando que Arma X diga lo que quizá ahora no sale porque vuelvo a teneros a los tres en mis retinas mientras un par de lágrimas recorren unas mejillas que todavía no se han acostumbrado a vuestra ausencia cargada de nostalgia de todo lo que nos quedó por hacer, de lo que no podrá pasar... un vacío que sólo puedo llenar con la promesa que os hice: El día que la muerte venga a buscarme también me pillará viviendo...

Siempre: Joan, Daniel, Gonzaga

de fondo suena, una y otra vez...




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