sábado, 7 de septiembre de 2013

Un principio

Acabo de contar los días que llevas en casa, hace tres años que te subiste a mi chepa y desde entonces no has dejado de acosarme con tus sombras, tus sonrisas, tus promesas.

Tengo que sacarte de aquí, no quiero cargar contigo por el resto de mis días, he de conseguir volcarte de una vez por todas sobre esta cama y convertirte en algo más que en una infinita línea blanca. Sólo hay un camino, y ese empieza siempre dónde empiezan todos... por el principio:

El zumbido del ascensor resuena en el hueco de la escalera, son las casi las seis de la madrugada, a estas horas cualquier ruido se potencia con el eco del silencio, parece un estruendo; me llevo el índice a los labios y sonrío de puro placer:
-¡shhhh! no vayamos a despertar a los vecinos.

Pauso a Radiohead en el Mp3 parece que todo el edificio está oyendo la música que sale de los auriculares; apenas seis pisos me separan del cielo de mi cama, de un sueño placentero al que puedo dedicar gran parte de la mañana. ¿Y qué son seis pisos, que por cierto son siete porque el edificio tiene Entresuelo, comparados con doce horas de espacio tiempo que dedicar a dormir? 

Siempre me ha gustado dormir, para qué voy a negarlo. Soy de esa clase de aves nocturnas que durante el día se esconden en las sombras, buscando el cobijo de la oscuridad y echarse una siesta, para poder recorrer el cielo de cabo a rabo al llegar la noche. 

He sido así siempre, mi padre suele enorgullecerse de que en mi primera Nochevieja (cuando apenas contaba ocho meses de vida) me quedé despierta hasta la hora de volver a casa, inquieta, como con ganas de juerga. Luego mi madre suele rematar el comentario con que me cantaba sola en la cuna con el consiguiente algarabío de quien esté escuchando; y si pilla a la madrina cerca, me ha tocado recibir, y acaba saliendo el tema de que siempre llego tarde a las citas. ¿Y qué culpa tengo yo de que el Sr. Tiempo rija el mundo con un ritmo completamente distinto al mío? ¡Pero si hasta llegué tarde a mi parto! empecé a nacer el 17 y 19 de abril es mi fecha de nacimiento. 

 Otro estruendo que suena a muelle oxidado detiene el ascensor frente a mi, la puerta chirría y yo imagino a la vecina del quinto follando en su cama redonda y a la del cuarto durmiendo bocarriba con un pegote verde en la cara y una rodaja de pepino en cada ojo. 

Me encojo de hombros y no lo lamento, más ruido hace la del quinto cuando se entretiene con el profesor de francés todos los lunes y miércoles por la tarde de cinco a seis, me tiene hasta el moño tanto gritito en franchute. Ni "trabiang" y "trajoli", que no progresa ni con la Piaf de fondo. 

Y si no la del cuarto con su lavadora del año del cataplang, su centrifugado supersónico a lo acelerador atómico de partículas y sus reuniones Tupperware en la cocina, con todo el patio de luces escuchando que "si su marido esto y su marido lo otro" con el tacto y la condescendencia de la Señorita Rottenmeier. Cualquiera le cuenta que su marido se deja caer por el Quinto A alguno de esos días que ella monta las reuniones de "Tape" en casa ajena. 
Si ellas me joden la siesta, yo contraataco con el ascensor a las seis de la mañana de un jueves... ¿a qué vuelvo a bajar y a subir tres veces?. Bueno, bueno, esta noche no, estoy agotada, llevo tres días sin dormir buscando palabras, seguro que mi venganza estará mejor un poquito más fría, pero cualquier día de estos se van a enterar.

El ascensor se detiene en el Quinto, la puerta del último piso no chirría porque la engrasé hará un par de semanas, cansada de oírla a todas horas; ahora sólo se oye el timbre de vez en cuando, si me pilla con el Mp3 en marcha ni me entero. El Quinto A a veces parece la consulta de un dentista, entre tres y cuatro visitas por tarde. Y yo necesito descansar, no imaginarme a la vecina retozando en esa habitación con el techo de espejo.

Abro la puerta que me separa de la azotea,vuelvo a darle al Play y "No surprises" sigue dónde la dejé al entrar en el portal. Veintiséis escalones más, una vuelta de llave y mi cielo. Mi cielo de Madrid, para ser exacta. ¿Cómo me voy a acostar antes de ver amanecer esa alfombra de farolas que parece un cielo a mis pies?
"This is my final bellyache, with no alarms, and no surprises..."

La sombra de la balaustrada de piedra detrás de la pared de cristal es la última barrera. Me deshago de las deportivas en un gesto y descalza me asomo al abismo del ventanal.

"No alarms and no surprises, no alarms and no surprises... Please..."


Madrid se despereza a mis pies, las farolas se apagan y el día empieza para todo el mundo excepto para mi.
 



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