lunes, 8 de septiembre de 2014

volveré

Darle un trago al gin tonic y saber que este estado, aunque no permanente, vino para quedarse. Sentir que no se siente nada cuando el sentido deja de tener sentido de repente, sin pasar por la casilla de salida ni cobrar los 200 euros. Mirar al mundo con los ojos inundados de unas lágrimas que saben a decepción y que no duelen porque no hay corazón para soportarlas, porque la nada no puede sostener nada.
Escuchar a tus dioses intentando olvidar a quien dedicaron la canción, evocando aquel momento que llenó de luces el tenebroso cielo de Dublín. Paladear hasta el hastío el recuerdo tardío de lo que jamás fue felicidad completa pero sí certeza absoluta de donde empezaba todo.

Menos menos mal que no sonaba "Sometimes you can't make it on your own"



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